Desenfrenado me recuerdo entre
nubes:
Respiro de su boca, bebiéndome
todo de sus labios.
Devoro su sentido con mi poesía
largamente aprendida
-canto de mil secretos-, entre
sus cabellos y su oído.
Devoro su respiración acelerada
de voz tranquila
…
entre sus piernas de maíz y
chocolate me baña
con el torrente más profundo de
la tierra.
Agua que se dispara entre la
tempestad del sexo
-sexo de ambos. Infinitud: cárcel
de un instante-
Agua que nos desgañita ansiosos,
que nos suda.
El instante nos jala, nos grita,
nos extingue
al silencio que ejecuta -a sangre
fría-
el final del infinito;
que ha sido siempre, sin
principio.
Nos lleva a donde no somos más
que agua;
donde no somos nada…
entre los dos.
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