domingo, 8 de enero de 2012

El origen

Doy la bienvenida a todos los que gustan de volver loca esta vida y poner todo al revés. Busco conseguir algo... no sé si sea el franco camino a los infiernos o la dimensión eterna de los cielos; y, si se puede todo al mismo tiempo, así sea. Y por ello precisamente no esperemos coherencia ni elocuencia sino caos, ruinas y desastre.
Las letras me han acompañado en todo momento desde las mañanas frescas y llenas de vida para las actividades sociales, humanas e inhumanas, hasta la muerte chiquita que, de vez en vez, he tenido la fortuna de vivir en los brazos de encantadoras celestiales y, que una vez o más, ¡esclavizáronme todo!
Ahora entre papeles infinitos busco el orgasmo que sea lejano en sus horizontes finitos; busco en el erotismo fatal de mi ruina que es materia primordial de mi sorda e inútil expresión literaria. Aquí, en este sitio, comenzaré a desnudarla para hacer posible que la violenten, que les claven sus ojos de filo crítico pero que no se vayan limpios en la lucha y que rasgue su pensamiento en consonancia con el placer efímero de las dudas y el mal sabor de los malos juicios fundamentados en prejuicios de toda naturaleza.
El enclave de mis ociosas y sonsacadoras palabras está en la parte más sensible e íntima de la vida, donde se aromatiza lo profundo de la tierra como mar de sal y las ansias se transforman en manantiales que fluyen bajo las faldas de las montañas; en donde el viento gime a nuestras espaldas levantando la orilla de la piel cual escalofrío fantasmagórico y otra piel de piernas nos abraza. Es ahí donde nacen y se guardan solas mis letras, ahí, donde empieza la vida y la muerte: mujer.

¡Mujer, lejana en el tiempo y distancia! ¡mujer, cercana herida que sangra! ¡De ti proviene mi vida y de ti mis palabras! Nada, sin ti, simplemente nada...

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