Vos que eres del viento fiel diamante.
Mujer sola y errante, mujer de nadie.
La ansiosa rosa y su néctar anhelante,
que espinó, en otrora, mis versos de aire.
Tu piel, dorada en bronce, germina,
silencio húmedo de verano, respira;
y al tiempo que tus lágrimas declinan,
llega el invierno y el otoño termina...
Una memoria para aquel invierno lejano
que siempre aguarda al mar en el verano.
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